La dependencia de las nuevas tecnologías

Que estamos avanzando tecnológicamente es un hecho que juega a nuestro favor pues tiene muchas ventajas: los nuevos aparatos nos facilitan las pequeñas actividades cotidianas, agilizan el trabajo, curan enfermedades, etc. Desde que nos levantamos con un despertador y encendemos la luz, calentamos la leche en el microondas, viajamos en avión hasta que nos acostamos viendo la tele, estamos usando aparatos electrónicos que antes no existían. El estudio y la evolución del hombre hacen esto posible. ¿Quién sabe a dónde llegaremos? No tenemos límites.

Por otro lado, también nos encontramos con la parte negativa de todo esto, que es la gran dependencia que crea en las personas, sobre todo en los más jóvenes. Me horroriza confesar que yo misma soy adicta al móvil. Puedo pasar ocho horas diarias consultando cosas, especialmente Instagram y Twitter. Las redes sociales son, hoy en día, la principal fuente de información, conexión y descubrimiento del mundo. Desde cualquier parte del planeta puedes saber qué está haciendo una determinada persona, puedes ver en directo un Festival que está a cientos de kilómetros de tu casa, y te puedes enterar de cómo van las elecciones de tu país. La clave está en el equilibrio. No es bueno emplear tantas horas en una pantallita. Con que lo mires treinta minutos al día es suficiente para enterarte de cómo va el mundo. Es triste ver cómo en una comida familiar, por ejemplo, todos están pendientes de su teléfono en lugar de contarse sus anécdotas y lo que han hecho en todo ese tiempo que no se han visto. Al final llegan a ser desconocidos.